Mi mundo estaba lleno de enormes edificios que atravesaban el cielo llenos de esperanza, ahora se ha hundido y es una copia degradada de esa ciudad que tanto quiero... La constante lluvia que caía ha parado, pero en su lugar, todo se ha hundido en este océano... Todo esto ha sucedido porque se pierde la esperanza y se deja de avanzar...
Usted se encuentra (obsérveme bien), para su felicidad y para mi infelicidad, ante el mayor espeleólogo de la depresión: ocho mil metros de profundidad oceánica de la tristeza, negrura de aguas gelatinosas sin vida salvo algún que otro repugnante monstruo sublunar con antenas, y todo esto sin batiscafo, sin escafandra, sin oxígeno, lo que significa, obviamente, que agonizo...